Recuerdo cómo hace un tiempo mi gatito era un pequeño cachorro y le encantaba jugar, saltar y perseguir una pequeña bolita de plástico que le preparábamos con la simple intención de divertirnos viendo cuanta pasión imponía al juego. Parecía que lo único que le interesaba era atrapar esa bolita para sentirse satisfecho.
Otras veces utilizábamos un listón, el truco era ponerlo a su vista de manera que sitiera la curiosidad y comenzará a perseguir ese listón hasta atraparlo, el juego era muy divertido, sin embargo podía darme cuenta que mi gato no se rendía fácilmente y que tenía puesta toda su energía en un sólo objetivo atrapar el listón. Cuando lograba atraparlo parecía perder la pasión y el interés por continuar el juego, o si lo hacía, ya no se sentía con las mismas energías que al principio.
Mi gato ya dejo de ser un cachorro juguetón como el de esa época, Ha crecido, se ha convertido en un gato adulto y sus intereses también han cambiado, Sin embargo, recordando esos momentos mi esposo tomo un listón e intento jugar con el esperando que persiguiera ese listón con la misma pasión que antes tenía, esperábamos ver en él la decisión de atraparlo y no sentirse satisfecho hasta que lo hubiera logrado.
Lo que sucedió fue que tuvo un poco de curiosidad y persiguió el listón lentamente, lo veía con curiosidad y parecía muy entretenido al ver como se desplazaba el listón, notamos que ya no le interesaba tanto el atraparlo, sin embargo su concentración era tal que parecía complacido de observar ese proceso, perseguía lentamente el listón como queriendo descubrir que sucedería en el camino, sin mostrar un marcado interés en atrapar ese listón, pero sin perderlo de vista.
Esto me hizo reflexionar un poco y ese simple acontecimiento me dio una respuesta al proceso que nosotros los seres humanos, que nos encontramos en la continua persecución de nuestras metas, vivimos.
Cuando aún no estamos completamente preparados para alcanzar nuestras metas, imprimimos toda nuestra pasión y nuestro deseo de alcanzarlas, trabajamos constantemente sin perder de vista esta meta, sin embargo estamos tan conectados en obtener ciertos resultados que perdemos de vista la verdadera belleza de ese camino, el hecho de disfrutar el proceso, crecer con nuestras metas y darnos cuenta que sin importar si las cosas suceden tal como lo esperamos, estamos disfrutando al 100% todo lo que implica el camino a nuestra meta. Esta falta de preparación nos trae como resultados algunas experiencias que no nos satisfacen, decepciones al no obtener lo que esperamos, cuando creemos que debe llegar y cómo creemos que debe llegar. Y a pesar de eso, si logramos la madurez, aprendemos a dejarnos fluir con nuestras metas, y a no ser como niños que hacen berrinche porque no se les da lo que desean en el momento que lo exigen, sino que entendemos que el camino a la meta esta lleno de sorpresas y de vivencias maravillosas.
Cuando nos entregamos a vivirlas, nos alejamos de la esperanza puesta en los resultados y comenzamos a disfrutar del proceso, y entonces todo es más fácil, todo tiene un sentido más importante para nosotros. Todo pequeño esfuerzo y triunfo logrado tiene un mejor sabor, y de esta manera disfrutamos con mayor alegría y alineación el camino completo.
A lo que quiero llegar con esta pequeña historia de mi gato, es que sin importar cuanta pasión tengamos hacia nuestras metas, cuanta esperanza hayamos depositado en los resultados que queramos alcanzar, si eso es lo único que nos motiva a seguir adelante podremos encontrar el triunfo indiscutiblemente aunque también grandes decepciones porque condicionamos nuestra mente a un único y determinado final que hemos creado. Mientras que si combinas tu pasión, experiencia y motivación siendo que tu meta tiene sentido, pero que no sólo vas por ello por el simple hecho de alcanzarla sino que te encanta todo el proceso, lo disfrutas y no lo sufres la recompensa y el resultado podrán ser más disfrutables en tu vida.
Por:
Sandra P. Coral D.
Directora Portal Psicoéxito
1 comentario:
Me encanto tu post :-)
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