(Esta foto fue tomada unos días antes de mi viaje a México,al lado de mi madre,estrenando estado civil: Casada)
Recuerdo exactamente aquel día en que comenzaba una nueva historia en mi vida, totalmente diferente. 14 de noviembre de 1999. Apenas habían pasado 9 días exactos en el que mi vida se había transformado totalmente y había dejado de ser una chica soltera para convertirme en la feliz esposa de Daniel… el amor de mi vida.
Juntos vivimos una historia realmente especial durante 1 año y 3 meses…los que conocen nuestra versión de la historia se emocionan al recordar como ocurrió todo y de qué manera tan improbable sobre todo para esa época, Dios logro unirnos siendo personas totalmente diferentes, con costumbres y tradiciones diferentes y estando tan lejos el uno del otro, (Yo, en Colombia) y (él, en México). Pero Dios es sabio y sabe perfectamente cómo deben suceder las cosas y las razones que nosotros no entendemos son tan perfectamente lógicas para él.
Ese 14 de noviembre viajaba a México para continuar mi historia de amor al lado del hombre que logro conquistar mi corazón totalmente. Confesaré que nunca dude en que unir mi vida a él era lo que más deseaba, vivir sin él después de que Dios nos permitió vernos frente a frente y nos permitió sentirnos en carne y hueso no podía concebirlo, mi corazón lloraba de sólo imaginar que podría perder esa felicidad de tenerlo a mi lado luego de haber esperado durante tanto tiempo poder cumplir mi más ansiado sueño. Saberlo mi verdadero amor.
Sin embargo, mi corazón tenía que despedirse de la otra parte de mi historia, de mi familia, mis amigos, mi país, de todo, todo lo que yo conocía, lo único que yo conocía, todas mis experiencias y las vivencias de mis escasos 20 años se quedaban para iniciar de cero en un futuro que no conocía. Sin embargo no tuve miedo, no me sentía triste, estaba tan feliz al lado de mi amor que no quería pensar ni un minuto en sentirme mal, quise ver esa despedida como un simple hasta pronto, quería imaginar que abrazaba a mis padres simplemente como si fuera a un corto viaje y volvería de nuevo como alguna vez lo hice, le dije a mi cabeza que no tenía nada porque sentirse mal sin embargo todo el trabajo para no afectar la felicidad de todos en casa se vio desecho por el comentario estúpido de una vecina…
Creo que el hacer evidente nuestra separación, el querer concentrar toda nuestra celebración en la realidad de que dejaba a mi familia quizás para siempre, (según ella) el reiterarle a mi madre si no se sentía vacía al ver que su hija menor era la primera que partía para hacer una familia y una vida y que se iba bastante lejos, hizo que mi madre rompiera en llanto…como ahora al recordarlo lo hago. Yo permanecí tranquila, no me permití perder mi control porque no deseaba una despedida triste, no quería llorar porque habrían demasiadas lagrimas juntas, pero no porque no sintiera, CLARO QUE SENTIA Y SIENTO (No soy de hierro) sino por cuidar a la otra parte de mi vida que más amo, (mi familia, y en especial mi madre) sin embargo ya en el aeropuerto listos para abordar el avión, estaban mis padres y mi hermana mayor, cuando empezaron los abrazos de despedida los consejos para estar bien, la promesa de mantener el contacto, y de volver pronto, mi madre no pudo evitar llorar y a la vez mi hermana, mi papá supongo que se obligaba al igual que yo a sentirse fuerte, (Tenemos tanto en común) y sin embargo sus ojos estaban totalmente rojos, yo me obligue a guardar la compostura, quería que me vieran feliz, tranquila y decidida, y siento que con mi sonrisa trate de tranquilizar los ánimos y bajar la tensión del momento permaneciendo sin mostrar dolor, allí nos separamos.
Camine con mi esposo de la mano sin volver de nuevo atrás, ya no podía seguir aguantando y controlando mis sentimientos, no era lindo ver como los seres que han sido parte de toda tu vida hasta ese momento, están sufriendo enormemente y saber que no sabes cuando los volverás a abrazar de nuevo. En cuanto atravesé la puerta que nos alejaba totalmente mi vida se había partido en dos, y mi corazón estaba un tanto débil. Mire a mi esposo y rompí en llanto, estaba tan feliz de contar con su amor y su cariño y saberme acompañada de alguien que me hacía sentir realmente protegida y amada. Sin embargo, el me entendía, sabía que no era fácil lo que estaba atravesando, y estuvo allí conmigo. El día que deje atrás mi vida, la vida que yo conocía y me lance sin miedo pagando el precio de ser feliz a pesar de tener que elegir partir.
Ese día me di cuenta que sin importar que tan difícil sean las decisiones que tengas que tomar en la vida, si deseas lograr ser feliz tienes que estar dispuesta a pagar el precio, mi precio fue estar lejos de mi familia y de todo lo que yo amaba, y eso no significo dejar de amarlos, o dedicarme a sufrir todo el tiempo por estar lejos, significo que para tener al lado a mi amor verdadero tuve que sacrificar algo y elegir una solución para poder disfrutar al 100%. Encontré la manera de adaptarme a mi nueva vida y realmente soy feliz total y completamente. Mi familia la amo, de la misma forma, pero aprendimos a dejar ir, a saber que nuestro cariño permanece a pesar de no estar cerca, que podemos cuidarnos y querernos aun estado lejos, que podemos aprovechar lo que la vida nos da para sentirnos cerca, el internet, el teléfono, el video, y las reuniones que hemos logrado tener en todo este tiempo.
Aprendimos que es mejor sentirnos felices y no anclarnos en el dolor de la pérdida, porque de una u otra forma la vida siempre nos trae cambios, y para poder acceder a una nueva historia indudablemente necesitas dejar soltar tu vieja historia.
Autora:
Sandra P. Coral D.
Psicóloga, fundadora y directora Portal Psicoéxito
Especialista en superación personal, ley de atracción y desarrollo humano.
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